Friday 25 October 2013

"No es tan malo"

Cuando empecé a contar a la gente que estoy embarazada, todo era paz y alegría. Todos nos felicitaban y el que menos empezaba con eso de la bendición divina, o la dicha de la maternidad o cualquiera de sus variantes. Todo estuvo muy bien hasta que, algunas semanas después, empezaron las náuseas y los vómitos.

Ahí, todas las frases bienintencionadas ya no eran tan bien recibidas.

Pero algo me desconcertaba mucho. Algunas de estas maravillosas personas eran madres, de más de un hijo, y habían pasado por esto del embarazo... ¿por qué sólo sonreían con benevolencia cuando les describía mis intensos encuentros con el inodoro? ¿Por qué nadie parecía querer empatizar y decir "sí, es horrible"? ¿Es que yo era la única? ¿Es que, por algún extraño tipo de masoquismo, ellas gozaban las náuseas?

Luego leí en algún lugar (y perdonen si no me acuerdo dónde) que parte de los efectos del desbarajuste hormonal es el olvidarse de ciertas cosas. Citas, clases, entregas, el nombre de tu jefe, cosas así. Y sí, con el tiempo, las embarazadas nos olvidamos de parte de los malestares. O, como dicen por ahí, "la vaca no se acuerda de cuando fue ternera".


Yo no seré así, me dije firmemente. Pase lo que pase, recordaré siempre, siempre, estos meses complicados. Miraré a mi inodoro (y a los del trabajo, y a los de los estacionamientos, y a todos en general) con gratitud y le aclararé a mis amigas que eso de las dichas del embarazo bien pueden suceder, pero que también hay otro lado de la situación un poco menos glamoroso.

Hace unos días tuvimos la 4D del pequeño critter y, debo confesar, fue un momento lindísimo. El hecho de que el pokemón ya no parezca un calamar, sino un humanito con todas sus partes en su lugar es verdaderamente emocionante. Y es ahí, precisamente en ese momento y en ese lugar, que empieza la amnesia. ¡La culpa de todo la tiene la visualización!

Ese mismo día una amiga me comentaba que se había asustado leyendo alguna cosa que he escrito y que le da un poco de miedo salir encinta. Y yo, como cualquiera de mis maternales predecesoras dije, y cito: "No es tan malo".

No es tan malo. No - es - tan - malo.

¿A que no? ¿En qué momento lo olvidé todo? ¿Cómo pude ser tan ingrata con los inodoros de mi vida? ¿Es que el poder de las hormonas no tiene fin? ¿No es tan malo?

A ver, aclaremos (antes que mis tías me llamen a decir que deje de asustar a mis primas, porque ellas quieren ser abuelas): hay cosas buenas y cosas malas. Las cosas buenas son espectaculares... pero para eso hay cientos de otros blogs en donde pueden leer exactamente qué lindo es estar en el segundo trimestre. También hay cosas malas. Y sí, son tan malas.

Imagino que lo que ocurre es que, a medida que pase el tiempo, las cosas buenas serán más abundantes e intensas que las malas, y de ahí viene esa extraña amnesia selectiva. Quiero creer que es así. Pero por el momento, luego de mi cita matutina con el water, es un poco complicado y, como Scarlett O'Hara cuando juró que no volvería a tener hambre, nuevamente reafirmo mis votos: ¡lucharé contra la amnesia selectiva!

Thursday 10 October 2013

Una ventaja

Entre una visita al inodoro y otra, las embarazadas siempre tenemos la razón.



Thursday 3 October 2013

Consejos


Foto colaboración de Valerie Falshaw, ¡gracias!
(Y ahora a conseguirlo en todas las tallas)