Wednesday 13 November 2013

Level 1 - Complete

Si estar embarazada fuera un videojuego, éste estaría dividido en tres grandes levels (esos que las tías llaman "trimestres de gestación". Quedémonos con level).

Como todo buen quest, Level 1 es el nivel de entrenamiento. Empiezas con cero armas, cero skills, cero pociones, y un montón de personajes distribuidos por todo el territorio, que harán tu camino más fácil o más complicado según sea la situación. La misión: sobrevivir llevando el "paquete" sano y salvo.

Mini bosses: disfrazados de humanos comunes y corrientes, son difíciles de reconocer. Puede darse la situación de encontrarte de repente en plena batalla sin haberte dado cuenta de cómo llegaste ahí. Los hay de muchos tipos pero pueden dividirse en dos grandes grupos: los que no entienden nada de lo que te está pasando y creen que sí; y la evolución de estos: los que creen que sí y te dan consejos o historias de la vida real o imaginaria para amenizar tu situación, según ellos. 
Nivel de daño: dependiendo de la hora del día, tu cercanía al personaje o la cantidad de comida que lleves dentro, variable.

Big bosses: semejantes a los mini bosses, pero con mucho mayores habilidades de camuflaje (de modo que no te esperas el ataque).
Nivel de daño: de mucho a masivo. Pueden llevarte a horas de vómito ininterrumpido o a la cama en posición fetal.

Armas: manipulación. Funciona hasta cierto punto; luego de tres disparos al mismo enemigo, se anula. Hay enemigos completamente inmunes.

Pociones: Gravol. Poción de energía que funciona muy de vez en cuando y te obliga a detenerlo todo por 24 horas. Cuando recién la obtienes, sientes que es lo mejor del quest. A los pocos días descubres que sólo era una manera de gastar plata.

Feats: empiezan a aparecer a medida que se avanza el level. Algunos parecen ser bastante inútiles pero divertidos, como el poder olerlo todo a kilómetros de distancia. Otros pueden incluso ser molestos, como el llorar de emoción al escuchar una propaganda de Coca-Cola.

Skills: producto del entrenamiento, tienen que ver básicamente con el poder controlar el propio cuerpo. Comprenden, entre otros, la habilidad de detectar el vómito con tiempo suficiente como para llegar al baño, poder hacerlo a mitad de la noche sin desvelarse después, controlar los cambios de ánimo hormonales, etc.

Rewards: cada mes, el brujo te permite darle un sneak peak al "paquete". Como token te quedas con una linda ecografía en blanco y negro que hace que todo valga la pena.

Dificultad adicional: a diferencia de mi última enviciada con un videojuego real, en la privacidad de mi hogar y con cero espectadores, jugar éste es como estar en medio de un arcade de veteranos, en pantalla gigante. 

(www.desura.com)

Friday 1 November 2013

Halloween


Gracias, Bryan, por la colaboración. Lamentablemente mi barriga aún no está tan grande como para intentarlo.

Friday 25 October 2013

"No es tan malo"

Cuando empecé a contar a la gente que estoy embarazada, todo era paz y alegría. Todos nos felicitaban y el que menos empezaba con eso de la bendición divina, o la dicha de la maternidad o cualquiera de sus variantes. Todo estuvo muy bien hasta que, algunas semanas después, empezaron las náuseas y los vómitos.

Ahí, todas las frases bienintencionadas ya no eran tan bien recibidas.

Pero algo me desconcertaba mucho. Algunas de estas maravillosas personas eran madres, de más de un hijo, y habían pasado por esto del embarazo... ¿por qué sólo sonreían con benevolencia cuando les describía mis intensos encuentros con el inodoro? ¿Por qué nadie parecía querer empatizar y decir "sí, es horrible"? ¿Es que yo era la única? ¿Es que, por algún extraño tipo de masoquismo, ellas gozaban las náuseas?

Luego leí en algún lugar (y perdonen si no me acuerdo dónde) que parte de los efectos del desbarajuste hormonal es el olvidarse de ciertas cosas. Citas, clases, entregas, el nombre de tu jefe, cosas así. Y sí, con el tiempo, las embarazadas nos olvidamos de parte de los malestares. O, como dicen por ahí, "la vaca no se acuerda de cuando fue ternera".


Yo no seré así, me dije firmemente. Pase lo que pase, recordaré siempre, siempre, estos meses complicados. Miraré a mi inodoro (y a los del trabajo, y a los de los estacionamientos, y a todos en general) con gratitud y le aclararé a mis amigas que eso de las dichas del embarazo bien pueden suceder, pero que también hay otro lado de la situación un poco menos glamoroso.

Hace unos días tuvimos la 4D del pequeño critter y, debo confesar, fue un momento lindísimo. El hecho de que el pokemón ya no parezca un calamar, sino un humanito con todas sus partes en su lugar es verdaderamente emocionante. Y es ahí, precisamente en ese momento y en ese lugar, que empieza la amnesia. ¡La culpa de todo la tiene la visualización!

Ese mismo día una amiga me comentaba que se había asustado leyendo alguna cosa que he escrito y que le da un poco de miedo salir encinta. Y yo, como cualquiera de mis maternales predecesoras dije, y cito: "No es tan malo".

No es tan malo. No - es - tan - malo.

¿A que no? ¿En qué momento lo olvidé todo? ¿Cómo pude ser tan ingrata con los inodoros de mi vida? ¿Es que el poder de las hormonas no tiene fin? ¿No es tan malo?

A ver, aclaremos (antes que mis tías me llamen a decir que deje de asustar a mis primas, porque ellas quieren ser abuelas): hay cosas buenas y cosas malas. Las cosas buenas son espectaculares... pero para eso hay cientos de otros blogs en donde pueden leer exactamente qué lindo es estar en el segundo trimestre. También hay cosas malas. Y sí, son tan malas.

Imagino que lo que ocurre es que, a medida que pase el tiempo, las cosas buenas serán más abundantes e intensas que las malas, y de ahí viene esa extraña amnesia selectiva. Quiero creer que es así. Pero por el momento, luego de mi cita matutina con el water, es un poco complicado y, como Scarlett O'Hara cuando juró que no volvería a tener hambre, nuevamente reafirmo mis votos: ¡lucharé contra la amnesia selectiva!

Thursday 10 October 2013

Una ventaja

Entre una visita al inodoro y otra, las embarazadas siempre tenemos la razón.



Thursday 3 October 2013

Consejos


Foto colaboración de Valerie Falshaw, ¡gracias!
(Y ahora a conseguirlo en todas las tallas)

Tuesday 17 September 2013

Felizmente...

Porque hay que tratar de mantener el optimismo y porque, definitivamente, siempre podría ser peor, unas cuantas cosas para levantar el ánimo.

Felizmente la pasta de dientes no me da náuseas. Es un mito conocido y, aparentemente, muchas embarazadas tienen ese problemita. Felizmente no me ha dado por ahí (aún).

Felizmente no debo ir a trabajar bien vestida. Gracias al cielo por la ropa casual, los jeans con zapatillas y esos 5 sweatshirts exactamente iguales y super-cómodos. Si antes no me interesaba mucho la moda, ahora el interés es nulo. Ya levantarme de la cama y tener que vestirme es suficientemente complejo; si a eso hubiera que añadir pantys, tacos y maquillaje, creo que ya habría renunciado (un gran aplauso de admiración a mis amigas que sí tienen que ponerse lindas para ir a chambear).

Felizmente esto de la miel antes de levantarse parece funcionar. ¿Quién o hubiera dicho? El tip de la temporada para todas aquellas que ya intentaron todo y nada funcionó. Una cucharadita de miel antes de salir de la cama. No preguntes, sólo hazlo.

Felizmente tengo un horario de trabajo amistoso, con mecanismos de recuperación de clase bastante sensatos. Ok, no seré la profesora del ciclo, pero al menos las cosas marchan... y no del todo mal.

Felizmente tengo colegas buenísimos que se ofrecen a reemplazarme (¡y sonriendo!), alumnos geniales que me mantienen entretenida y de buen humor, y amigos y familia espectaculares, que me hacen la vida bonita.

Thursday 12 September 2013

Qué no decirle a una embarazada de primer trimestre (y por qué)

1. ¡Qué raro! Cuando yo estuve encinta de Fulanito no sentí naaaada en absoluto.

Pues qué afortunada que fuiste. Ahora, el que tú me hagas ese comentario ¿se supone que debería hacerme sentir mejor? No lo logra. Me siento peor. Me siento como un bicho raro o como una mala madre, incapaz de lidiar con las náuseas.

2. No te quejes. Cuando nazca no vas a dormir nada y entonces sí que vas a tener razones para quejarte.

Esto sí que es un consuelo. Menos mal me espera un futuro venturoso. Pensaré en ello la próxima vez que me tome un Gravol.

3. Esto no es nada comparado con los dolores del parto.

Exactamente lo que necesitaba saber. Nota para quienes no han vomitado en un buen tiempo: duele. Duele bastante, dependiendo de lo que hayas comido durante el día. Estoy segura que los dolores del parto deben ser mucho más intensos, pero no es ningún consuelo pensar en eso mientras estoy en esta situación. En todo caso, el susto de pensar en ese otro futuro de dolor hace que el momento actual sea mucho más deprimente: "Si así me siento sólo con un poco de náuseas, ¿moriré durante el parto?"

4. ¿Van a tener un hijo? Ahora van a saber lo que es vivir de verdad.

¿Es que antes vivíamos de mentira? ¿Es que los maravillosos y divertidísimos años que llevamos juntos no han sido nada? ¡Por favor! Tal vez sea iluso de mi parte, pero quiero creer que un hijo es una aventura en la vida, pero no la única aventura de la vida. Será genial, será divertido, será difícil, pero definitivamente esto no anula nada de las mil cosas geniales, divertidas y difíciles que tanto la madre como el padre hemos vivido, juntos y separados.

5. Has recibido una linda bendición divina.

No soy la persona ideal para hablar de religión. Creo que la religión es una cosa bastante personal y el proselitismo, algo bastante pesado. Que sea una bendición divina o no, no es algo que quiero discutir en este momento, y preferiría dejar a la gracia de nuestro señor y a otras divinidades al margen de mis encuentros matutinos con el inodoro. 

6. ¡Cómo has adelgazado!

A pesar de que la mitología sobre el embarazo postula que no se hace otra cosa que subir de peso, la realidad es que en este complicado período, muchas mujeres hacemos lo contrario. Los mareos, las náuseas, el cansancio o ya, en caso extremo, el vomitar casi todo lo que comemos, contribuyen a eso. Lo sabemos. No queremos oírlo.

7. ¡Estás verde!

Por las mismas razones expuestas arriba, esto suele suceder. Y a casi nadie le gusta escuchar que los demás se han dado cuenta. 

8. Has dejado tu plato casi sin tocar, no estás comiendo lo suficiente.

Gracias, Capitán Obvio. Es que, además de embarazada, soy anoréxica. Decidí que éste era el mejor momento para hacer una dieta... Cuando no como no es porque no quiera comer, es porque siento que mis entrañas, literalmente, se están retorciendo y siguen trabajando arduamente para retener ese pedazo de tostada que comí hace 5 horas en el desayuno. Soy consciente que forzar en ellas una papa frita, a este punto, sería contraproducente. El bebé estará bien, no se preocupen (yo, por otro lado...).

9. ¿Has probado hacer esto...? A mí me funcionó.

Gracias. Honestamente, y de todo corazón, quiero agradecer todos los miles de consejos que he recibido durante estas larguísimas semanas de náuseas. A este punto, sin embargo, he probado casi todo y son pocas las cosas que me han funcionado. Más sugerencias suelen ser sólo una variante de algo que probablemente ya escuché o leí. No todos los trucos funcionan para todas las madres y las náuseas son tan personales como las huellas digitales. Luego de 4 semanas con ellas poco a poco voy comenzando a entender qué me funciona y qué no. 

10. Ni creas que esto acaba en el segundo trimestre. Yo me sentía mal y vomité durante todo el embarazo.

De todas las frases horribles, esta es la más horrible. Ya la he escuchado un par de veces y siempre intento olvidarla. Aún si es cierto, no lo digas. No quiero saberlo. La única cosa que me consuela en los momentos de náusea es pensar que en dos semanas se me acaba el primer trimestre y seré una linda (y odiosa) embarazada llena de energía y dicha. No me rompas la burbuja.


* Dedico este post a dos personas super geniales que saben exactamente qué hacer con una mujer embarazada: llevarle un postre y hacerla reír. ¡Gracias, Narda y Woolcotita!

Sunday 8 September 2013

Superpoderes

Cuando era niña alguna vez imaginé que tenía un superpoder. Me hubiera gustado poder ser invisible, o, sobre todo, poder estar en más de un lugar al mismo tiempo.

Otra de las muchas cosas que no te dicen sobre el embarazo es que viene con un superpoder, pero este es tan, pero tan malo que, parafraseando al hombre araña, "it's (NOT) a gift, it's a curse".

Tengo el superpoder de oler más allá de lo evidente. Y lo odio.

Estoy segura que hay una explicación evolutiva para todo esto. Seguro nuestras antepasadas primitivas usaban esta habilidad para detectar posibles sustancias que las fueran a dañar, a ellas
o a sus futuros vástagos. Ahora, en pleno siglo veintiuno, siento que más que una habilidad es otra manera más que el destino usa para burlarse de las pobres gestantes.

Lo más desagradable de oler es que no se puede no hacerlo. Ropa que huele a humedad, el cigarro del vecino del piso de abajo (o de cinco pisos más abajo, no lo sé), la aceituna de la ensalada dos mesas más allá, el maldito boldo en la despensa, el mal aliento del taxista. 

Ya sea por el olor en sí, o por esta renovada intensidad en el percibirlo, esto suele tener como consecuencia un aumento en las náuseas y, en general, ganas de asesinar al resto de la humanidad. 

Y si usted tiene ganas de preguntar a una gestante de tercer mes por qué no se ve radiante y feliz ante el milagro de la vida, pregúntese primero a usted mismo si se echó desodorante ese día.

Tuesday 3 September 2013

Buenos días, inodoro

En muchos sentidos, estar en el primer trimestre es como una resaca. No una resaca cualquiera. Una de esas de primeros ciclos en la universidad, cuando no alcanzaba la plata más que para comprar un buen Cabo Blanco (cuando la cosa andaba bien) o ya, simplemente, un Triple X (cuando todo iba vergonzosamente mal).

Sabíamos que nos estábamos matando lentamente. Que mezclar un dedo de cada una de las botellas del bar del papá de alguien y tomarnos el resultado iba a ser una mala mala idea, pero de todos modos lo hacíamos. Y luego llegaba el día siguiente.

La boca seca, olor a cigarrillo y trago barato por todos lados, el sentir que, como dice la canción, "la cama me da vueltas", mucha, mucha sed, y de pronto, la necesidad urgente de correr al baño y dar un cariñoso abrazo al inodoro... y bueno, darle otras cosas más, también.

Mis mañanas son exactamente así, excepto por el olor a cigarrillo y trago. Abro medio ojo, gruño y empiezo a sentir algo moviéndose dentro de mí, que me encantaría que fuera mi no nacido primogénito, pero no nos engañemos, aún faltan meses para eso. 

Y de pronto, mareada y confundida, tanteo el camino hacia el baño y abrazo a mi amigo el inodoro. Buenos días, ¿qué tal? Yo fatal, como ves. A ti parece no importarte. Pues qué bueno.

De nada han servido los cinco mil consejos que he ido recibiendo para evitar las náuseas matutinas*, y de los que en algún otro momento hablaré. De nada ha servido el Gravol que tomo desde hace unos días. De nada ha servido que la última comida la haya ingerido hace un montón de horas y que no haya tenido nada de condimentos. Mi destino estaba marcado, inodoro, y era contigo.

Quien diga que todos los inodoros son iguales, evidentemente, nunca ha tenido este tipo de malestares. Todos los waters son distintos, y algunos mejores que otros. Definitivamente, lo peor es que uno de estos gloriosos momentos ocurra cuando a una no le queda más remedio que ir a un baño público. Mucho peor si dicho baño público está lleno de gente conocida. 

Pero, al igual que durante la resaca y las borracheras, la vergüenza se pierde con facilidad en estas circunstancias.

* A propósito, ¿por qué se llaman "náuseas matutinas" si duran todo el día?

Monday 2 September 2013

Colaboración del médico de cabecera

Como respuesta al primer post, mi hermano a.k.a. el médico de cabecera envía la siguiente pepa de sabiduría:

"[...] me parece que existe todo un nicho para ese tipo de apoyo. Me parece que la sociedad en general le impone demasiado a las mamás y futuras mamás la obligación de estar siempre felices y contentas y pensar que todo lo relacionado a ese "angelito que crece sano y fuerte en nuestras barriguitas" tiene que ser lindo y maravilloso, con muchas nubes coloridas y algodón dulce. Como tú misma dijiste, mejor parar por aquí para no empeorar las náuseas.

Pero el hecho es que, en esos 11 o 12 meses entre que quedas embarazada, el embarazo progresa, das a luz y pasas por el puerperio, tu cuerpo estará siendo sometido a tanta tortura hormonal, tantos cambios radicales, tanta alteración en todos sus parámetros de normalidad, que es como si dentro de tu cuerpo rugiera una guerra de proporciones épicas. Y a pesar de que el resultado pueda ser bueno al final del camino, no se debe perder de vista que las mamás y futuras mamás tienen todo el derecho del mundo de sentirse mal, de despotricar y de reclamar por la injusticia que resulta su situación actual, sin que esto las haga malas madres. Y el hecho que algunos pobres ignorantes, usualmente hombres (de cualquier generación) y mujeres (más bien de generaciones anteriores), las critiquen y las tilden de "raras", "locas" o "desnaturalizadas" lo único que hace es aumentar culpa a las náuseas y agregar depresión al malestar.

En fin... ánimo, Broder, no estás sola!! Nuestro conejillo también está en un período de cambios radicales, más aún que tú misma, y ninguno de ustedes tiene culpa de nada... Fun fact: ¿¿¿sabías que él o ella está obligad@ a beber su propia orina y vomitarla después, una y otra vez, sin parar??? Es necesario para el desarrollo de sus pulmones, como lo fue para el desarrollo de los nuestros, hace algunos años... ¡¡¡¡jojojojo!!!! ¿Quién lo quiso así? Pues ¡¡definitivamente yo no, ni tú tampoco!!

Saludos, ¿eh? Cuidense ¡y que viva el Gravol!"

Arturo A. Dreifuss S. 
Médico, CRM-PR 30406 / CRM-SP 155417 / CMP 57517

Sunday 1 September 2013

Intro

Si uno googlea palabras como "malestar" y "embarazo", los resultados pertenecen a páginas con lindos títulos como "Bebés y mamás", "El parto es nuestro", "Todo bebé" y "Embarazo rossa", entre muchas, muchas otras. ¿De qué tratan? De lindos artículos escritos por lindas madres (o futuras madres) que parecen gozar cada instante de la aventura de estar encinta.

Para estos míticos seres, las náuseas son sólo "un pequeño malestar pasajero que se pierde frente a la dicha de ver a tu heredero", "una pequeña prueba del destino frente a la grandiosidad de la creacion"... y bueno, seguiría, pero esto podría adelantar mi cita con el inodoro.

Aclaremos algo: yo quiero ser mamá, y estoy super contenta con el pequeño crit--- bebé, creciendo dentro de mí y alimentándose de todo lo que puede de mi organismo. Es un bebé que hemos querido y buscado, y me hace feliz.

Pero también me hace sumamente miserable levantarme temblando, mis intensos encuentros con el inodoro y el sentir que mi cuerpo está completamente fuera de control. Ah sí, y aunque parezca mentira, dormir 20 horas al día no es divertido.

Es así que aquí estoy, poniendo una pausa a las divagaciones sobre arquitectura y tratando de recurrir al sarcasmo y al humor negro para reírme un poco de mí misma y luego, cuando finalmente llegue la dicha aquella de la que las mamis felices hablan, me pueda acordar que no siempre fue así. 

Y a todas esas lindas madres que juran que todo es maravilloso... creo que no nos hace menos lindas asumir, para nosotras y para el resto, qué idealizada es esta situación y qué parcializada también, a veces. ¿Es que no tenemos, también, un poco de derecho a quejarnos, sin que eso nos haga malas madres?