Tuesday 3 September 2013

Buenos días, inodoro

En muchos sentidos, estar en el primer trimestre es como una resaca. No una resaca cualquiera. Una de esas de primeros ciclos en la universidad, cuando no alcanzaba la plata más que para comprar un buen Cabo Blanco (cuando la cosa andaba bien) o ya, simplemente, un Triple X (cuando todo iba vergonzosamente mal).

Sabíamos que nos estábamos matando lentamente. Que mezclar un dedo de cada una de las botellas del bar del papá de alguien y tomarnos el resultado iba a ser una mala mala idea, pero de todos modos lo hacíamos. Y luego llegaba el día siguiente.

La boca seca, olor a cigarrillo y trago barato por todos lados, el sentir que, como dice la canción, "la cama me da vueltas", mucha, mucha sed, y de pronto, la necesidad urgente de correr al baño y dar un cariñoso abrazo al inodoro... y bueno, darle otras cosas más, también.

Mis mañanas son exactamente así, excepto por el olor a cigarrillo y trago. Abro medio ojo, gruño y empiezo a sentir algo moviéndose dentro de mí, que me encantaría que fuera mi no nacido primogénito, pero no nos engañemos, aún faltan meses para eso. 

Y de pronto, mareada y confundida, tanteo el camino hacia el baño y abrazo a mi amigo el inodoro. Buenos días, ¿qué tal? Yo fatal, como ves. A ti parece no importarte. Pues qué bueno.

De nada han servido los cinco mil consejos que he ido recibiendo para evitar las náuseas matutinas*, y de los que en algún otro momento hablaré. De nada ha servido el Gravol que tomo desde hace unos días. De nada ha servido que la última comida la haya ingerido hace un montón de horas y que no haya tenido nada de condimentos. Mi destino estaba marcado, inodoro, y era contigo.

Quien diga que todos los inodoros son iguales, evidentemente, nunca ha tenido este tipo de malestares. Todos los waters son distintos, y algunos mejores que otros. Definitivamente, lo peor es que uno de estos gloriosos momentos ocurra cuando a una no le queda más remedio que ir a un baño público. Mucho peor si dicho baño público está lleno de gente conocida. 

Pero, al igual que durante la resaca y las borracheras, la vergüenza se pierde con facilidad en estas circunstancias.

* A propósito, ¿por qué se llaman "náuseas matutinas" si duran todo el día?

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